Quién te cantará, una joya del cine español.

Por: Viviana Benfenati.

No todo el que anda deambulando está perdido, y no todo el que está perdido quiere ser encontrado.

Quién te cantará no es solo el más reciente proyecto, sino, sin duda, el más ambicioso en la carrera del director y guionista español Carlos Vermut. La película, estrenada el 8 de septiembre de 2018, enciende el fuego en el corazón de todos los fanáticos de Pedro Almodóvar, pues rinde un magnífico homenaje a su estilo único, a la vez que representa a personajes que dan vida a emociones silenciosas en el escenario de una historia excepcional.

Protagonizada por Najwa Nimri, quien ilumina la pantalla, una vez más, con su talento (y voz) fuera de este mundo; Eva Llorach, quien no necesita hablar para llegarte al alma (y anda siempre con un peinado bello a lo Jamie Lee Curtis); así como Carme Elías y Natalia de Molina.

Desde un primer vistazo, la película narra la historia de una estrella de Pop y la admiradora más leal que podría pedir. Sin embargo, un guión ingenioso, una dirección que conduce a la audiencia por el camino de la empatía y actuaciones enérgicas que traspasan la pantalla -cargadas de una pasión tan profunda como las historias de cada personaje- nos transportan por una empinada montaña rusa que va mucho más allá de la película, y nos hace dar cuenta de que aprender a ser uno mismo puede ser más difícil de lo que pensamos.

"¿No tienes miedo de ser alguien que no eres?" pregunta Violeta (Eva Llorach) en una habitación tenuemente iluminada, llena de discos viejos.

Lila Cassen (Najwa Nimri), una estrella del pop y el ídolo número uno de Violeta, acaba de cumplir su primera década alejada del mundo del estrellato y la fama. Mientras Lila se echa en la cama y mira la uña acrílica rota en su dedo anular, se da cuenta de que se encuentra en un lugar nada parecido a su dormitorio. Su asistente de toda la vida, Blanca (Carme Elías), le muestra una foto de una cantante que alguna vez fue muy reconocida; una mujer que había viajado por el resplandor de la vida en su máxima expresión, de la mano de la música. La memoria deteriorada de Lila la lleva a pensar en esta persona como en alguien más. Una acción tan simple como ver una foto, pero a la vez tan poderosa, es el comienzo de un torbellino de simbolismos explorados por la película, que se adentran en el terreno de la identidad, y el propósito de existir.

En medio de su crisis de identidad, Lila encuentra un video de Violeta, su fan número uno y mejor imitadora. Mientras Violeta se luce todas las noches interpretando las canciones de Lila en un escenario mugriento, poco sabe sobre la estruendosa canción que su nueva vida tocará para ella. La cantante nocturna de un bar olvidado está lista para una misión tan importante como extraña: enseñarle a Lila Cassen cómo volver a ser ella misma.

Los papeles principales de esta película están lejos de limitarse solo a los actores. Tres colores, que protagonizan las locaciones y la iluminación, se suman al mensaje detrás de la historia. El azul, que representa el cielo y el mar -ambos con fuerte presencia a lo largo de la película- se asocia a la libertad, la intuición y la inspiración, temas centrales en la vida de ambos protagonistas. El oro, que es el color de la riqueza, el glamour y la prosperidad, nos acompaña durante las escenas como el simbolismo de la atmósfera que rodea el mundo de Lila y la esencia del personaje que ella creó.

Sin embargo, el color más simbólico resulta ser el negro, que debe existir para que brillen otros colores; tan igual como Violeta, en su mundo de sombras, resulta ser para Lila.

Sin embargo, el mensaje más interesante de la película se encuentra precisamente en el corazón del océano. El mar, presente como protagonista silencioso en las escenas más icónicas, simboliza el mundo de lo inexplorable; un lugar donde es fácil que nos perdamos a la hora de aventurarnos en el viaje de la vida y el autodescubrimiento.

El apartamento de Lila parece estar ubicado en medio de la nada, y parece no haber otra cosa alrededor más que el mar. Una analogía perfecta con su identidad, una persona que ha perdido su horizonte y su camino, cuya brújula nunca marca el norte pues la aguja se ha detenido en un pasado que ya no existe.

La identidad es tan vasta y profunda como el océano, y esta película ciertamente explora las muchas caras que podemos adoptar cuando buscamos encontrarnos a nosotros mismos. ¿A cuánto de nuestra esencia estaríamos dispuestos a renunciar al tener que elegir entre una falsa perfección y una terrible realidad? Algunas personas tienen todo lo que podemos soñar y aún viven en un abismo de vacío e inquietud. Entonces, ¿cuál es el propósito de existir? ¿Qué es lo que realmente hace que cada día valga la pena?

Las diversas preguntas exploradas por la historia se encuentran entre las razones por las que esta película esconde más de lo que se puede descubrir a simple vista. Un océano de emociones, un profundo simbolismo, hermosos paisajes y un guión escrito con la música de las emociones.


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