El arte de soñar despiertos

Por: Viviana Benfenati.

Todos tenemos el poder de escapar de la realidad. La magia detrás de la imaginación es una carretera larga, sinuosa y bien pavimentada, pero muy pocos aventureros se atreven a recorrerla y explorarla profundamente. Hasta qué punto somos conscientes de esta capacidad nuestra es, entonces, un misterio.

¿Podría haber, en los rincones más profundos y recónditos de nuestras mentes, un lugar inexplorado y magnífico esperándonos para descubrir su verdadero potencial?

En medio de una reunión de trabajo, alguien se inspiró el día anterior y eligió una fotografía realmente llamativa para la diapositiva de apertura de la presentación en Power Point; ese paisaje ya capturó todos sus sentidos, incluso antes de que te dieras cuenta.

De repente, la voz del moderador de la reunión comienza a desaparecer, y cuando menos lo esperas, los sonidos que estás escuchando no se acercan a los de la sala de reuniones. Tu cuerpo y tus sentidos están ahora en dos lugares separados. Lo que está sucediendo a tu alrededor ya no está cerca de sillas, computadoras portátiles y gente trabajadora. Te imaginas a ti mismo en esa fotografía, cómo se sentiría el viento, qué sentirías y pensarías, o incluso qué podrías encontrar si comenzaras a pasear sin rumbo.

Otro día, luchando para llegar al trabajo como todos los días, finalmente llegas a la estación del metro. Bajas las escaleras a toda velocidad solo para encontrar el lugar mucho más lleno que nunca. Mientras te preguntas si tal vez se habrá convertido en una nueva atracción turística de la noche a la mañana, nadas a través del mar de gente hasta llegar a tu acostumbrada cola diaria. Triunfando en la batalla codo a codo contra la multitud, avanzas hasta el final de una línea que ahora es casi tres veces más larga de lo habitual, pues que una de las unidades del metro se encuentra actualmente en mantenimiento.

Intentando sobrevivir en medio de una avalancha de cabezas y una colección de axilas que representan una amenaza abierta para tu vida, una canción que ni siquiera recuerdas que existía comienza a sonar en tus audífonos. No sabes en qué momento empezaste a alejarte del estrés, el olor, el ruido, la estación o el hecho de que tu tardanza va a llegar más allá de solo unos desapercibidos minutos. Todo lo que sabes en ese momento es que has vuelto a tener ocho años. De repente vuelves a ese día, cuando tomaste de la mano a tu mejor amiga y a su hermana, justo antes de saltar a la piscina, esa tarde en la casa de su abuela.

Recuerdas cómo tu amiga apostó que podía comerse un huevo frito entero de un bocado y ganó. Recuerdas cómo era la casa de su abuela y de qué color eran las sillas de la cocina. Te acuerdas de lo largo que estaba el pasto y el sabor del jugo de naranja ese día. Y, a pesar de tu memoria de diskette, puedes recordar claramente a los nueve gatos de su abuela que compartían alegremente los rayos del sol ustedes, echados en el suelo de mármol de la terraza. Incluso puedes escuchar la música en la colorida radio de tu amiga, opacada con frecuencia por el sonido de sus risas. Recuerdas lo fácil que era ser profundamente feliz.

Ese día que habría quedado olvidado de no ser por esa única canción que te transportó a un momento perdido en tu memoria durante más de veinte años.

Cada noche, antes de que la niña se fuera a dormir, mamá sostenía el mismo libro sentada a su lado. Sin embargo, la historia era diferente cada vez. Los personajes principales, lejos de quedar atrapados en una repetición interminable de la misma historia, prisioneros detrás de esas líneas de tinta estampadas en las páginas, vivían aventuras interminables e inimaginables. Viajes que iban desde el mundo de la fantasía, que era su hogar, hasta eventos que formaban parte de la vida de una niña en edad preescolar, con los que ella podía identificarse. Fueron a la escuela, hicieron fiestas, se enfermaron, organizaron viajes e incluso conocieron algunos personajes secundarios nuevos. La niña esperaba ese momento todo el día. ¿Qué nuevas aventuras vivirían sus personajes favoritos esta vez?

Una vez que la historia terminaba cada noche y la risa de la niña había cesado, era el momento de ir a dormir. La niña cerraba entonces los ojos con una convicción irrefutable en su mente: su mamá tenía que ser la mejor del mundo si conocía tantas historias.

Todas estas situaciones conducen a la misma pregunta: ¿cuánto es realmente capaz de hacer nuestra mente?

Nuestra imaginación es nuestra puerta personal a una nueva realidad. Una realidad que no es menos cierta que el mundo en que vivimos. Existe, se siente real, la escuchamos, la vemos, e incluso vivimos en ella por un tiempo, y ciertamente contribuye a moldear nuestra percepción de la vida y de todo lo que hay en ella. ¿Es el concepto de realidad, tal como lo conocemos, relativo? ¿Existe más de una realidad?

¿Qué pasaría si decidimos soltar esa pitita que deja volar al globo de la imaginación? ¿Haría esto un cambio en la forma en que vivimos nuestras vidas? ¿Podría esto hacernos más fuertes y mejor equipados para hacer frente a los traviesos giros que da la vida? O incluso, ¿podría cambiar la forma en que nos percibimos a nosotros mismos?

Si dejamos abierta la puerta a esta parte mística de nuestra mente y prestamos más atención a nuestros sueños y deseos más profundos, ¿podría ser posible que encontremos, tal vez, nuestra verdadera identidad?

De eso se trata este blog. Explorar los rincones de nuestra imaginación, las infinitas realidades que podemos construir con ella y los diferentes puentes que encontraremos en el camino, que nos brindan la posibilidad de traer este mundo nuestro a la vida real. Cuentos, música, teatro, arte, historias, crear, imaginar, soñar. El viaje que no tiene fin.

Sin embargo, lo curioso es cuando no podemos controlarlo. Cuando nuestra mente es como este animalito inquieto y juguetón que está atrapado en una jaula, digamos, como… ¿un conejito? Cada uno de nosotros tiene su propio conejito ingenioso y mítico que, sin importar cuán grande sea la cerradura y cuán gruesas sean las barras de la jaula, siempre será más rápido que nosotros, y encontrará la manera de escapar y perderse. Y luego siempre tenemos que perseguirlo; de regreso a la reunión, a la estación de metro, al momento real.

Si es que podemos, por supuesto.

¡Bienvenidos a The Chernobyl Bunny, mis compañeros soñadores!


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